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miércoles, 18 de marzo de 2009

Muerte en la ciudad...

Érase una vez una pobre tarjeta de crédito castigada en un rincón mirando a la pared. La pobre se preguntaba qué había hecho para ser tratada así. De repente, una lágrima transparente rodó cartoncillo plastificao pabajo... Entonces se escuchó: «ehhhhhh, túuuu!, que me manchas, coñio! Cuál no fue su sorpresa al comprobar que al lado había... otra tarjetita de crédito castigada mirando a la pared... Pero cuando la miró de cerca... ¡Oh, cielos, tenía los bordes verdes! Era... la tarjeta de El Corte Inglés wuaaaaaaaaau..., que, a su vez, cuando se giró a la izquierda dejo ver el brillo dorado e inconfundible de la nobleza. Ohhhh, la visa Oro... Allí estaban ellas cuan Reyes Magos de Oriente despistados después de haberse fumado el incienso...
―¿Qué hay de lo tuyo, compañera? ―le preguntó la tarjeta de crédito a la tarjeta de El corte inglés.
―Pues aquí, perdiendo el brioso verde sin poder hacer la fotosíntesis con las luces fluorescentes de mi casa natal. Mi pecado fueron los pagos aplazados... Snif, snif.
―El mío fue echar peste ―contestó la visa Oro.
―¿Cómo que echar peste? ―Preguntó rauda la tarjeta de crédito.
―Sí, mujer, mi problema es que pasaba tan rápido por los datáfonos que olía a plástico quemao.
―Yo hacía malabarismos entre los dedos de mi dueña, como el anuncio, hasta que sobrepasé el límite de velocidad establecido y me multó la guardia civil por pago temerario sobrepasando el salario mensual.
―Ohhhh ―exclamaron la visa Oro y la tarjeta de El corte inglés al unísono― eso es la pena capital, compañera...
―Sí, estoy esperando en el rincón de castigo de la muerte a que ejecuten la sentencia... De buenas a primeras, la sombra de la muerte rondó sus esquinitas angulosas... Era el brazo de la venganza... Las tijeras, ñiiiiiiiiiiiiiiiiiim, ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiim.
MORALEJA: La crisis es la crisis, adaptarse o morir es la clave, hacer caso a la TV es de tontos y el que se crea que las tarjetas hablan y cultivan la amistad necesitan coloridas pastillas dragoniles.

Próximo capítulo: el superhéroe salvatarjetas: Credifácilágil… El minibanco guerrillero. Ah, no calla, que alguien le ajustó cuentas y ahora vende helados en el Ártico.