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viernes, 5 de septiembre de 2008

Querido Niño Jesús:

Prometo que voy a intentar no decir más palabras malsonantes en todo lo que me quede de vida. Pero es que la televisión me puede, Jesusito, y eso que la veo poco.

He tomado esa drástica decisión porque mi mamá me ha dicho que me va a lavar la boca con lejía La Bomba Atómica y va a restregarme por la lengua un cepillo eléctrico de púas metálicas de medio metro, batería recargable y punta de diamante del que se usa para dejar fino, fino el acero inoxidable.

En virtud de mi sana y noble intención de no morir en un exceso de higiene maternal creo que lo mejor será cambiar mis hábitos a partir de ahora.

Intentaré no ver las noticias donde aparecen Bush y su panda de la Guerra Es Fácil Oh Sí Ou Yeah; tampoco veré la película de las 22:00 en A3, de las que duran 3 horas 10 minutos a pesar de que en realidad debería durar menos de la mitad; ni tampoco veré la tele después de comer para no tener que aguantar el morbo de la frustración repetitiva en la incógnita de las matemáticas que determinan el factor, la inexplicable sabiduría de saber quién hizo el qué la semana pasada, o vete a saber qué c… cáspitas más (ya lo sé, Bendito Niño, para no ver la tele estoy más que enterada...).

Pero si después de todo ese sacrificio, oh Señor, Hippy de mis amores, Midas del bestseller, Alzémico de la Humanidad, no vuelvo al redil y me encauzo por el buen camino, échame un cable, campeón, y ponle un sms al señor de rojo para que me busque una vacante como becaria, qué título para acordarme de la madre de quien me dé la gana aún no tengo.

Besitos.