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martes, 7 de octubre de 2008

El que nada espera no será decepcionado…


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Mentira. Pero qué mentira más grande, más gorda, con pelos, calcetines de cuello vuelto e hipoteca de 40 años...
El que nada espera no será decepcionado… Vaya frase más tonta. Si no esperas nada, absolutamente nada, es que no lo esperas ni bueno ni malo, entonces ¿cuándo venga malo? Porque lo bueno está claro que no decepciona…
Las personas no esperan grandes favores de los amigos ni que los agasajen ni que les hagan sentir importantes; los amigos son amigos, están ahí… (siempre van en manadas, al contrario que el autónomo de Movistar), algunas veces no se sabe ni por qué.
Pero lo que tampoco esperan es que cuando realmente necesitan ayuda les den de lado, porque a algunas personas les cuesta un mundo pedir ayuda, y los demás tienen la obligación moral de tenderles una mano, mucho más los amigos.
Brindemos…
Por los seres humanos que tienden una mano para ayudar al que se ha caído, aunque no lo conozca ni le hayan pedido ayuda.
Y por los amigos que ni se sacan esa mano del bolsillo para tenderla a un amigo, aún cuando se la piden, y se dan la vuelta y siguen con sus compras en el Carrefús, justificando sus acciones ante su conciencia, con la asquerosa «excusa» de que no tienen tiempo.
Y brindemos, por último, en esta tercera y certera categoría (porque también ellos tienen derecho a existir en la viña del Señor) por los amigos empanaos de turno que, aunque carentes del alma del vago y de la ponzoña de la maldad, no se enteran de la misa la mitad y viven en su mundo de Yupi ajenos a la tragedia humana…
(Perdón por vivir en el Limbo).