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jueves, 7 de enero de 2010

Reyes Magos y SS, esa gran pareja...

CLON, CLON, CLON… El despertador me aporrea con un yunque —de 300 toneladas— la neurona que pace con las vacas (azules y con trenzas como en Avatar) en los prados tres pueblos más pallá del reino de Morfeo. Las 7. Vamos a ver, ¿qué iluminación divina o porro caducao vecinal me inundó ayer el sentido con falso propósito de enmienda? Si tengo que ir a sacarme sangre, pa después ir a trabajar, con lo poco generosa que soy yo cuando se trata de ajustar cuentas con agujas sanitarias, ¿encima madrugar? Amos, no fastidies…
7.30, arriba.
8.00, caminitoooo de Belén, olé, olé...
8.30, cola para sacar número…
9.00… 9.30… (diluvio universal incluido) 10… 10.30… 11…
11.30… Todo lo que se mueve me recuerda el pan recién hecho con chorizo (supongo que para combatir el que todo me recuerde la familia del que permite estas esperas), es que hasta lo huelo (en la otra vida me abdujeron los de Revilla, yo me lo noto).
12 menos 20, hasta los mismísimos cojones (oins, oins, oins, lo que ha dicho…) y 200 litros de sangre menos = hoja de reclamaciones y desayuno con diamantes —pan con aceite calentito y zumito de naranja en la cafetería del Clínico, a Gloria Bendita me ha sabido, qué vidorra, si el que no se consuela es porque no quiere…
¿MÁS DE TRES HORAS PARA SACAR SANGRE? ¿Pero que aquí el personal se piensa que puede disponer del tiempo del vecino como le salga del mismísimo forro de la armonía o qué?
Pues paraguas en mano a toda vela, mostrador de meta y sonrisa de quien augura matar el hambre ahogándolo con alevosía, recochineo y pan del weno (primero se reclama y luego se sacia el hambre) he dejado firma subversiva de insurrecta que se niega a aborregarse.
El pan me lo trago, pero de las tres horas de espera, por lo menos, tendréis que dar explicaciones, marditos roedores, porque os las he vomitado en los zapatos nuevos que os han traído los RRMM.