Estamos subyugados a vivir en la moda de algunos frikis del
campo de la psicología que hacen del eufemismo su patria y de la gilipollez su
bandera. Antes, la cualidad de humano era positiva, pero a algún iluminado le
dio por interpretar que aquello de “errar es de humanos” significaba que el ser
humano está podrido por los cuatro costados, todo y todos, y que todo lo que
ahora se categorice bajo la etiqueta de “humano” es odioso, bodrioso, bazofioso,
porquerioso y repugnantioso.
Como miembra de los grandes simios perteneciente a esta rama
de la tribu taxonómica, o clado, Hominini, me pongo erectusa —bípedamente
hablando— para aclarar un par de cuestiones.
Primero. Eso de que errar es de
humanos se refiere a que no somos perfectos, más bien harto cafres, pero que
siempre que se actúe con buena intención todo error entra dentro de los
portales de la humana humanidad. Así, cuando a algún normoneuronal se le ocurre
atribuir la cualidad de humana a acciones aberrantes como, por ejemplo, los que
ven en la guerra la oportunidad del cobarde para dar rienda suelta al monstruo
que llevan dentro, incluyendo hacer daño a niños, me río por no llorar. Desde
que la o se hace con un canuto que a todas esas deformaciones del equilibro en
el ser humano se les ha llamado acciones inhumanas, que el mundo se ha vuelto
loco, atajo de anormales sanguinarios, etc.
No me extrañaría que la nueva acepción del término lo
hubiera acuñado algún politicucho de los que normalizan la corrupción, la
mentira y la manipulación como parte fundamental del uniforme de partido. Sería
esta la única forma de que se les calificara como humanos, por errar, aunque no
lo hicieran sin mala intención. Que en este país todo vale.
Segundo. Al igual ocurre con esta manía de equiparar al que
se equivoca con el que delinque. Cuestión que hasta en los tribunales se
confunde: es igual de delito comprar comida y pañales con una tarjeta encontrada que deberías haber devuelto —pero, ich, caíste en la tentación— a
robar a pecho descubierto en los bancos que luego tenemos que rescatar, ojo, y
que nos callemos porque la información se obtuvo “vulnerando derechos fundamentales”…, mardita sea su estampa; por no hablar de los abuelos que robaron latas de conservas. Tienes Jones.
A ver cuando nos enteramos de que cuando alguien hace algo
mal (humano), pero se da cuenta y rectifica, o se arrepiente y aprende, no
podemos enfadarnos con la persona tanto como con el hecho que ha producido el
perjuicio. Pero que, sin embargo, la persona que obra mal reiteradamente, a
conciencia, por hacer daño y salirse con la suya, que lamentablemente cada día
hay más, también es humana, pero en este caso se llama H de la GP.