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jueves, 18 de diciembre de 2008

Érase una vez pegamento en mi bocadillo de atún


¡Qué asco! ¿No? El bocadillo de atún no, el pegamento. Que por mucho que esté de moda esnifarlo a mí como que no me llama la atención estar en contacto con tan asquerosa sustancia en cualquiera de sus manifestaciones espirituales. Así que le he escrito una carta a Rianxeira, culpable de mi sufrimiento alimentario. He aquí.
Distinguidos Sres. de Atención al Cliente de Rianxeira:
En virtud del poder que Dios me otorga para el crimen estaba yo matando el hambre con un bocadillo hecho de rico atún Rianxeira. Cuál no fue mi sorpresa al observar finos hilillos negros de plastilina pegajosa —primos hermanos de los del Prestige— retozando entre el pan y eso que llaman pescado azul y que en realidad es rosa anaranjado. Así que, distinguidos señores, me pregunto cuál es el motivo de que:
a) Haya pegamento en el atún.
b) Usen ese medio para sellar las latas cuando queda demostrado que deja residuos.
c) Por qué no se hace un sellado térmico —digo yo que el calor no deja calorcillos negros entre el atún— cuando, por lo menos, suena más higiénico y ecológico.
d) Me dé a mí en la nariz que van a decir que es inocuo.

¿Alguien ha recibido contestación? Porque yo hace semanas que lo envié y todavía no sé nada. Sin novedades en el frente mi coronel…