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martes, 4 de agosto de 2015

9 Días con Chicha y limoná

Pie de limón y chicha
Parece mentira que no entienda una ciertas expresiones hasta que la realidad te da en tos los hocicos con una de ellas.
A Perú he tenido que ir para entender la expresión ni chicha ni limonada, y es que allí es lo que suelen tomar en las comidas: chicha (hecha de maiz fermentado, de varios tonos, o rojiza como el vino o clara como es el maíz aquí) y limonada (hecha con lo que aquí denominamos limas, pero que allí son limones).
Nada de Coca cola, Inka Cola que mola más (merece la pena probarla, tela), Pisco Sour que anima el body y ceviche para entrar en calor con la comida.
De patatas me quedo con el camote; y el chancho (cerdo) que no falte, aunque el cuy (sí, un hámster/rata/ratón/roedor) está muy rico. Y mates (infusiones) de todos los colores, of course, de coca.
Mate peruano de coca

La hospitalidad peruana es harto conocida y he sido testigo de ella en primera pesona. Después de más de doce horas de avión en el que ya no sabes de qué lado ponerte y te tienta fastidiar a alguien solo por diversión, (el aburrimiento es mu malo) porque te has terminado el libro que llevabas y las pelis que pasan las tienes más que vistas, que te reciban con tanto cariño cura todos los males, incluyendo una neumonía retotolluda (ya sabes, no la busques en la RAE que es invento).
Lima, Perú

Y eso de que hablamos la misma lengua, me río yo a mandíbula batiente. Sí, vale, que ya lo sé que yo ando empaná, pero ¿qué es lo que pasa cuando en otro idioma que estás aprendiendo te enganchan tres palabras seguidas que no controlas? Pues es lo mismo cuando compartes idioma y te enristran palabras endémicas a lo anchaescastillaway (a lo seguío y sin respirar).
Y me queda otra vuelta peruana antes de que acabe el año. Ansía viva.


viernes, 31 de julio de 2015

Entre peligros anda el juego

Morenilla zalamera. Photo by Elenita
Una vez tuve un sueño. Que volaba dentro del mar, esto es en la realidad pelín más despierta: que buceaba, o nadaba en plan pececillo Dory, por lo empanety mirusté (véase Buscando a Nemo).
También he soñado que volaba, supongo que como todo el mundo (véase Inside Out). La cuestión es no saber describir la sensación de libertad mezclada con el miedo a lo desconocido. Pos sus lo pongo en fotos.

Así, lo más parecido esya que estamos y podemos meterse en un traje very fashion très jolie (o cuatro) de neopreno, aletiñas y gafiñas y hacer como el que snorkea pero engañando, uséase con bombonas de oxígeno, por aquello de que respirando y a la vida dando es mejor que la apnea como de aquí a Lima (huy, deso también tengo que contar yo un par de cosillas).
Bicharraco eléctrico 500 voltios
Sin Endiñar a Endesa tome usté. Photo by Elenita



No, no es lo que parece (¿qué te parece?), aunque daría el mismo sustito encontrarse un chirimbolo de semejante tamaño, te imagines lo que te imagines que es.

Las aguas esconden secretos que dan calambrazos eléctricos aunque no los toques (los secretos, se entiende). Y es que una anguila eléctrica te puede hacer cosquillas aunque ni te roce por la evidente capacidad del agua de conducir la electricidad. Menuda gracia de bicho feo.

Asiné, Rou (compañera maligna que tuvo a bien jubilarse y dejarme huerfanita de amor compañeril de despacho).

Para colmo, si el Chispas este no te parecía suficiente, te puedes dar de bruces con un compi peliculero (Jaws del friki de Spielberg, que todo te lo tengo que explicar) muy de sueños peladillas.
Entre tiburones. Photo by Elenita


¿Cómo? ¿Que yo lo flipo? Cómo me conoces, bandía. Niiiiiii loca, amarrá, borracha o delirius tremendosa me meto yo con una sanguijuela chispera como esa, tan fea como un nurcio mandubrial (no lo busques en la RAE o er National Geographic que no lo vas a encontrar). Dayá...

Lo soñé poco después de estar en uno desos acuarios grandes en los que te clavan por una entrada, en pos del IVA cultural, clarostá. Las fotos son mías, las ganas también (con un tiburón desos lo mismo sí me meto, sosí, vestida de Michelín y con un trabuco acuático al que Gozilla le hubiera expresado previamente sus respetos por escrito y compulsado 5 veces ante la ANECA).

Más difícil veo yo lo de la inmersión respirando por un tubo como mucho flipar que lo de ver un bicho que tiene pintas de boquerón grande a la plancha (medía un metro, chispa nurcial arriba, chispa mandubrial abajo) tampoco me da excesivo yuyu (vacunada me tienen con los impuestos indirectos esta Hacienda mía, esta Hacienda nuestraaaaa...).

Ehhh, que ya estamos faltando, ni naif ni empana ni viviendo en las nubes ni soñando despierta. Ea. Así, abreviando y poniendo de lo propio en lo ajeno, cuando estoy despierta lo estoy más que el resto, que decía Unamuno. Jum.








martes, 28 de julio de 2015

Turismo cultural, trabajo educativo

Carmen García, Casa de la Literatura Peruana
Carmen García, Casa de la Literatura Peruana
Que te invitan a Perú a dar conferencias y talleres... Bien. Pero busca hueco entre neumonía y obligaciones porque merece la pena la oferta cultural.

La Casa de la Literatura Peruana celebraba cuando estuve este junio, aun ahora, un festival de imágenes embaucadoras gracias a la Exposición de Ilustraciones de Literatura Infantil y Juvenil bajo el título Mi casa es linda: literatura ilustrada para niños en el Perú. Ilustraciones de Gredna Landolt, Rosario Núñez de Patrucco, Nobuko Tadokoro y Consuelo Amat y León. También de Carmen García y la magnífica ilustración infantil que Edelvives cuida como nadie para los más pequeños, y no tan pequeños.

Casa de la Literatura Peruana
Casa de la Literatura Peruana

Y no solo imágenes dibujadas, sino también «esculturas» que sirvieron de modelo, o al revés.
Una retrospectiva a los últimos 100 años de ilustración peruana que recomiendo como visita imprescindible si viajas a Perú.
No sé cómo me las apaño, pero siempre me traigo la sensación de no haber dedicado el tiempo suficiente a este tipo de visitas. Ya me podría traer otra cosa. Así que si quieres disfrutar de esta, siendo consciente de que te tiene que dar tiempo a to toíto to, te aconsejo dedicarle mínimo una mañana completa.

Disfrútalo, solo se vive una vez.

Casa de la Literatura Peruana
Casa de la Literatura Peruana

Casa de la Literatura Peruana
Casa de la Literatura Peruana





sábado, 25 de julio de 2015

Enésimo Venus al alba

Venus al Alba, E.P. Jiménez
Venus al alba E. P. Jiménez
Ya está aquí Venus al alba. Para desconectar en verano, para regalarlo, para que me critiques, para que te equilibre la mesa coja o para que lo quemes. Pero no dirás que no te sorprenden ciertas cosas, para bien y para mal. Poseso.

Última incursión venusiana: 
La melodía del piano intentaba escapar del móvil sin tomar consciencia de que solo era un bucle. Descolgó la llamada de Raquel y le pidió que recogiera la medicina de Miguel de camino a casa ya que se había autoinvitado a cenar.

—Jolines, Nadirita, pobre Miguel ¿no hay otra cosa para la tos que supositorios?
—¿Qué son supositorios, tita Raquel? —preguntó el niño.
—Jarabe del culito —contestó arqueando las cejas y apretando los labios.
—¿Otra vez lo que me dio la tita Mariola? No, yo de eso no quiero… —protestó el pequeño.
—Pues es bueno para la tos, se te quitará antes y podrás dormir —dijo su madre.
—Pero no me gusta, me entra ganas de hacer caca y, además, luego es como si me hubiera comido un caramelo de menta de esos muy fuertes que no son para los niños —se quejó Miguel.
—¿Cómo? —preguntó Raquel sin dar crédito a lo que acababa de escuchar.
—Sí, se me sube un sabor a la garganta que no me gusta —aclaró el pequeño.
Raquel miró a Nadir amenazando tormenta de risas y lágrimas.
—Tócate el…
—¡Raquel! —interrumpió Nadir la más que obvia ordinariez.
—Henry… —acabó rompiendo a reír roja como tomate.
—¿Qué es el Henry, mamá? —preguntó el niño mientras Raquel se retorcía de la risa floja que la dominaba.
—El Henry es el pito —contestó Raquel riendo a mandíbula batiente.
 


miércoles, 20 de mayo de 2015

Y otro ¿yatá? Si quieres más, pídelos.



Nadir le escribió una nota en la que le liberaba de su compromiso para acompañarla y, conforme se dispuso a soltarla observó en el ordenador de Marco un USB. Dejó caer el papel mientras que jugaba a recorrer aquellos objetos con el índice, hasta que llegó a la memoria externa, que extrajo y se metió en el bolsillo para luego desaparecer sin apenas hacer ruido.
—Bueno, ¿qué te parece? —preguntó Nadir.
—Es la caña, tremendo, literatura en estado puro. Un día va a matar a alguien de una reflexión —contestó Rou.
—¿Tú tampoco te has enterado de nada? —preguntó la bloguera.
—Ni flores. Fijo que le dan el Cervantes este viaje.
—O sea que vas con la excusa de que te acompañe a recoger una notificación del juzgado, que resulta ser un documento tonto que ya sabías qué era, y acabas mangándole su última novela… Deja de hacerle la competencia a las locuras de Raquel, anda…
—No sé cómo se me ha pasado por la cabeza mangarle el relato y ya ni te cuento dártela para leer. Esto tiene que ser, por lo menos, violación de los derechos de autor —relataba Nadir mientras una serie de pensamientos vestidos de asalto disparaba a discreción contra buena parte de sus neuronas.
—¿Ahora te ha dado un ataque de escrúpulos? —se admiró su amiga.
—¿He dicho de autor? ¡De los derechos humanos! —continuó sin escucharse más que a sí misma.
—Pero ¿la venganza no es un plato que se toma frío?
—¿Quién se quiere vengar? Yo no he dicho nada de eso. Yo solo quería…
—¿Qué querías, guapa? Yo te lo diré. Darle donde más le duele porque te ha hecho daño —sentenció Rou.
—Jolines. No. Corre, entiéndeme, luego te lo explico —se aturrulló Nadir arrepentida buscando una solución a su fechoría.
—Venganza…
—No. En realidad, no me ha hecho nada porque nada me debe. He dado por hecho que por acostarse conmigo debería sentir algo por mí y que, cuando algo así ocurre, eso debería merecer un respeto. Pero no había manejado la posibilidad, obvia por otro lado, de que el sexo es sexo. Es absurdo después del sexo dar el amor por hecho.
—Vale. A buenas horas le das a la manivela de la lógica, guapa ¿qué vamos a hacer ahora? Tormenta de ideas… Venga.
—Tú callarte, yo pensar, por lo menos ahora ¡Y olvida todo lo que has leído! En qué estaría yo pensando cuando lo pensé…
—¡Estás loca! ¿Quién podría tener tanta capacidad de retentiva? Si es más denso que el pan de pueblo. Deberías echarle el USB al buzón. Devuélveselo cuanto antes, quizás no haya descubierto aún que te lo has llevado.
—Pero ¿cómo? Además, lo tengo desde ayer —al ansioso factor control añadió el estresante factor tiempo.
—Nadir se mordisqueba los labios esperando, impaciente, la iluminación divina. Pero el milagro, lejos de multiplicar los panes y los peces, multiplicó factores.
Ding dong, sonó el timbre de la puerta.
—¿Quién será? —se sobresaltó Nadir.
—¿A mí me preguntas? ¡Es tu casa!
—Jolines, tú también ayudas —se quejó la bloguera mientras se dirigía a abrir la puerta.
—¡Marco! ¡Qué sorpresa! —se rio Rou observando el panorama como el que mira una película en el cine comiendo palomitas.
—Hola Nadir ¿podemos hablar?
El absurdo poder de provocar temblor, poderosos nervios. Poco acostumbrada a perder el control optó por perderlo del todo.
—Vale ¡me he llevado tu USB!, te lo devuelvo ¡aquí lo tienes! —susurró pensando que gritaba, mientras sostenía con dos dedos la memoria  y mantenía el brazo estirado, apuntando directamente a la nariz de su vecino.
—Buenooooo… Si te dice que lo he leído, no te lo creas aunque sea verdad, es que ha pasado a la fase «ataque de sinceridad», el de escrúpulos ya se le ha pasado…

Nuevo capítulo de Venus al Alba




Esperando que de un momento a otro se produjera la eternidad, el tiempo besaba el silencio esperando su propio devenir. Había acabado la lectura del libro y aún no había sucumbido a los encantos de las sirenas de los mares nocturnos. Se paseó por la casa antes de ir a la terraza cuando, aterrorizada, observó una cucaracha volando sobre la hamaca, iluminada por la luz artificial como si Gotham reclamara a Batman. Desestimado el intento de salir a la terraza, Nadir optó por teclear en su blog.
«Mi cucaracha es peluda: tiene barba de chivo y alardea de su pelo legionario con el pecho descubierto, a lo duquesadealba. Se afeita las piernas todas las mañanas con mi Venus de Gillette porque por las noches trabaja de Dracqueen en el garito estrella del polígono El viso.
Tiene los ojos tan grandes que cada vez que entro en el minibañódromo –común a todo hogar mileurista que se precie: 3 m cuadrados para 4 piezas de baño– su mirada ilumina la estancia cuan cielos soleados; y es que me ahorro los euros a sacos con Endesa.
Pero esta mañana se le ha encarado a mi madre, me la ha atropellado como los bancos atropellan a los hipotecados, pasándole de brazo a brazo y haciendo parada en el canalillo, con regodeo.
«Toíto te lo consiento menos faltarle a mi mare», le he dicho ofuscada cuan Maruja a la que se le cuela una vieja comprando el bacalao, y acto seguido se ha apoderado de mí el más bajuno de los instintos de House y me he armado de mascarilla y Cucal –que digo yo, pudiendo contaminar pa qué hace falta escuchar el crunch de un pisotón–. Y allí está, disoluta más que asfixiada, en un lago de producto químico irrespirable –está visto que los fabricantes consideran cucarachas también a los que compran sus productos–, con su melena ondulando en Cucal.
En realidad lo que ha pasado es que he visto una sombra correr de váter a bidé, he pegao un berrío que ni Iron Maiden y del bote que he dao he llegao a la cocina a por matacucarachas sin poner los pies en el suelo, que si asco me dan estos bichos si le sumamos el sonido al pisar 200 kg de insecto en canal… puaaaaaaaaaaaaaaaaaj. Y resuelta y disoluta…, eso, disoluta sí que ha quedao la madame, sí. Adiós cucaina, adiós, avisa antes de ir al Infiernocucarachil que debe haber overbooking.
Si National Geographic lo lee, esto solo ha sido un cuento de ficción».