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sábado, 23 de enero de 2010

Mi amigo, el banquero, está deprimido.

Me da una penita verlo moquear secando sus tristes mocos en pañuelo de encaje de Camariñas, pobre… La lluvia cae sobre el parabrisas de su BMW X 700000000 como lágrimas que apenan más aún su mísera existencia. Parece encogido en su traje Pal Zileri de El Corte Inglés; ya no se puede permitir que el propio Armani le coja los bajos de los pantalones que le hace a medida en su maison de París.
Y es que no es para menos, ha dejado de ganar una pasta gansa, en serio, pero tela, nada de cuatro euros, ni cuatro mil, ni cuatrocientos mil, nstsh, nstsh, nstsh
Yo intento animarle con fatuas palabras, banalidades que no consuelan a mi maltratado por la injusta vida amigo banquero... «Que no es lo mismo dejar de ganar que perder, chiquillo, que mira los de Haití». Pero es que tiene toíta razón, ellos no tenían nada, nada que perder, qué más da, no es lo mismo, oiga.
Y por eso ha decidido quedarse con una comisioncilla de cada una de las aportaciones que cada hijo de vecino, conmovido por las imágenes de Haití, asustado de los datos de la catástrofe —en cifras oficiales el equivalente en defunciones a la población de toda Reus, Reus a tomar por…, y el de damnificados a la población de Sevilla, ea toíta Sevilla también a tomar— ha tenido a bien donar a través de su cuenta bancaria.
Pero al final en algo me da la razón, las penas con Chateau Lafite Rothschild del 87 (1787, of course) son menos.
¿500.000 firmas para que los bancos dejen de cobrar comisiones? 500.000 patás en el culo les daba yo, por supuesto no para repartir, a cada uno las suyas.

jueves, 7 de enero de 2010

Reyes Magos y SS, esa gran pareja...

CLON, CLON, CLON… El despertador me aporrea con un yunque —de 300 toneladas— la neurona que pace con las vacas (azules y con trenzas como en Avatar) en los prados tres pueblos más pallá del reino de Morfeo. Las 7. Vamos a ver, ¿qué iluminación divina o porro caducao vecinal me inundó ayer el sentido con falso propósito de enmienda? Si tengo que ir a sacarme sangre, pa después ir a trabajar, con lo poco generosa que soy yo cuando se trata de ajustar cuentas con agujas sanitarias, ¿encima madrugar? Amos, no fastidies…
7.30, arriba.
8.00, caminitoooo de Belén, olé, olé...
8.30, cola para sacar número…
9.00… 9.30… (diluvio universal incluido) 10… 10.30… 11…
11.30… Todo lo que se mueve me recuerda el pan recién hecho con chorizo (supongo que para combatir el que todo me recuerde la familia del que permite estas esperas), es que hasta lo huelo (en la otra vida me abdujeron los de Revilla, yo me lo noto).
12 menos 20, hasta los mismísimos cojones (oins, oins, oins, lo que ha dicho…) y 200 litros de sangre menos = hoja de reclamaciones y desayuno con diamantes —pan con aceite calentito y zumito de naranja en la cafetería del Clínico, a Gloria Bendita me ha sabido, qué vidorra, si el que no se consuela es porque no quiere…
¿MÁS DE TRES HORAS PARA SACAR SANGRE? ¿Pero que aquí el personal se piensa que puede disponer del tiempo del vecino como le salga del mismísimo forro de la armonía o qué?
Pues paraguas en mano a toda vela, mostrador de meta y sonrisa de quien augura matar el hambre ahogándolo con alevosía, recochineo y pan del weno (primero se reclama y luego se sacia el hambre) he dejado firma subversiva de insurrecta que se niega a aborregarse.
El pan me lo trago, pero de las tres horas de espera, por lo menos, tendréis que dar explicaciones, marditos roedores, porque os las he vomitado en los zapatos nuevos que os han traído los RRMM.