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martes, 18 de noviembre de 2008

Cálico Electrónico

Hace ya tres años que participé en el I Congreso Internacional Virtual de la Difusión del Español y su Cultura en Internet (también tengo un lado formalito) y allí conocí virtualmente a multitud de personalidades del ámbito educativo y cultural del mundo y parte del inframundo. Los que más me llamaron la atención fueron los miembros del equipo de Cálico Electrónico: Anna, Manel y Niko.
Cálico contaba ya con un éxito tremendo que desbordaba a sus creadores (mis capítulos: Lobombre, Historia de amor…; 1ª temporada) y aún así tuvieron la gentileza de colaborar en el proyecto.
Ha pasado el tiempo y de los capítulos clásicos ya vamos por las cápsulas, y siguen manteniendo esa frescura deslenguada y la misma energía que cuando comenzaron a finales del 2004.
Y es que van camino de crear historia como los Simpson, que cuando Dios apareció ya estaban ahí.
Enhorabuena y gracias por esos momentos.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Una vida en una hora

Existen muchos tipos de persona; Mao Zedong —Tse-tung para los amigos— distinguía entre los Comunistas y los Malos; Sergio Leone los dividió en El Bueno, el Feo y el Malo; Losantos en Mis amigos y los Siervos de Satanás…
Lo que sí es cierto es que algunas veces en la vida topas con alguien —del tipo que sea— con el que conectas en el mismo instante que cruzas las miradas o una simple frase, y sientes que es como si le conocieras por los siglos de los siglos, como si la eternidad no hubiera podido separar unas almas condenadas a encontrarse en todas y cada una de las reencarnaciones que lleven a cabo, como si hubieras recorrido junto a la persona esa inmensa eternidad compartiendo las chanclas.
Y esa persona te hace sentir universal —ciudadano del mundo, hermano del ser humano—, te sientes pleno y en armonía por unos instantes, justo los instantes en los que permaneces conectado.
Hasta que llegas a casa y al abrir el buzón encuentras el segundo pago del IRPF, una multa de tráfico y el IBI juntos en una orgía oficial en la que, de repente, te hayas inmerso sin pedirlo mientras te asalta el más bajuno instinto pirómano, y te imaginas cómo disfrutarías viendo arder esos tres magníficos documentos en una descomunal montaña de leña donde el mismo Demonio les pinchara en el culo al señor de Hacienda, al poli de firma fácil —o a la máquina de flash rápido— y al que lame los sellos en el Ayuntamiento de turno.
Eso me pasó en mi última visita a Málaga…

lunes, 3 de noviembre de 2008

Diario atrasado de una adolescente universitaria en sus años mozos.

Recuerdo aquella vez en la que unas compañeras alquilaron un piso en 2º de carrera y yo, a pesar de tener residencia propia muy cerca, me fui de okupa un mes con ellas al amparo de la vida estudiantil más disipada.
Es magnífico observar cómo el ser humano, al más puro estilo vecinal, se adapta a las situaciones más ilustradoras y esperpénticas.
Heme allí. En una barriada obrera en la que la percepción de la realidad pasa por la comuna, la reivindicación de los derechos propios y los deberes ajenos y la vuelta a las raíces campestres. Quiero aprovechar para agradecer a quien fue nuestro querido vecino del 6º su decisión de descubrirnos las falacias sobre las leyendas urbanas de los gallos del pueblo con un claro ejemplo práctico.
No, queridos lectores, los gallos no cantan al despuntar el alba, tienen una tendencia maníaco suicida de cantar a la hora que le sale de los huevos que ponen sus señoras mujeres (esposas entregadas), lo que viene siendo desde las cuatro de la mañana hasta las ocho de la tarde aproximadamente, hora en el que este angelito alado y crestoso parece que encuentra a bien retirarse a sus aposentos para contar ovejas o hacer gárgaras con miel y limón, vaya usted a saber.
La cuestión es que la vida despreocupada de nuestro apuesto emplumado fue breve pero intensa, duró lo que la paciencia del vecino del 7º, que también nos aportó un gran conocimiento sobre las consecuencias de la paciencia desbordada de un trabajador nocturno cruzadas con la teoría de la gravedad (más un ladrillo en todo el cocodrolo del pobre gallináceo). En conclusión, la jaula que colgaba cuan artística gárgola del alfeizar de la ventana principal del señor del 6º no soportó el peso decisivo del señor del 7º en su búsqueda del mutis general mas extensivo.
Así que he aquí un claro ejemplo del egocentrismo humano, que no permite la convivencia de seres inferiores en un vecindario tranquilo (¡qué egoísta inhumano! Lo que le hizo al pobre gallo…) y venido a más con las decisiones coyunturales de sus miembros más considerados.