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lunes, 27 de octubre de 2014

La cultura importa

Que dice el vecino, máster del universo y doctor honoris farsa con cuenta en Twitter –y profesor en la universidad–, que los finlandeses leen 47 libros de media al año porque es una cuestión cultural subyugada a los caprichos meteorológicos idiosincrásicos de los susodichos. Chimpón. Y se queda tan fresco (como ellos, orgullo PISA, grado arriba, grado abajo). Así que entra en escena ese ejemplar de cebollino hembra que vende el CV al peso también en la université uséase yo–, que no termina de enterarse de ciertas teorías amebísticas –dícese de las derivadas del principio estímulo-respuesta, o final–. Por esa regla de tres, la adaptación coyuntural malagueña a una cultura del sol podría pasar por encalomarse 50 volúmenes bíblicos –entiéndase, solo por la extensión– en la playa, a la sombra de un chambao al atardecer, quizás mojito en mano los mayordedadcheros, o viento en popa a toda caña… fresquita; o Puleva chocolate los impúberes no alérgicos a la lactosa, proteína de la leche, cacao, capsaicina o casta que gobierna y permite que con tanta hormona y antibiótico legal en la comida se nos joda el sistema inmune y seamos alérgicos incluso a mirarnos en el espejo para vernos los defectos en vez de indignarnos de los ajenos. Que no, que esa la lógica con nosotros no funciona ¿de qué si no todas las bicicletas están en Amsterdam cuando aquí a lo que invita el tiempo es a arruinar a los fabricantes de coches y partirnos del plan PIVE? Vale, a los chinos también les hemos prestado unas poquitas. No hay más que ver los carriles bicis que se han sacao de la manga en bastantes sitios, en esta nuestra Boquerolandia, fruto de una cultura biciclística arraigada ancestralmente en la mentalidad arquitecta de los benditos pintacarrilesdebicis. En fin, que la cultura importa, por supuesto –que se lo digan al iluminado gurú oriental que dice que no es zen tender la ropa por la noche, a ver quién es el guapo que aguanta el olor a fritanga de la colada si no, 200 litros de Mimosín mediante–, pero quizás no de la manera que se plantea y, sobre todo, que hay rasgos de la cultura que tampoco hay que salvaguardar a toda costa. Leer. Hábito lector. El esfuerzo pasa por preparar a los profesores desde infantil, por lanzar bombas de relojería lectoras que en casa pidan libros para los Reyes. A ver si nos dejamos de tonterías culturales con esta santa manía de autojustificarnos. Señó, señó...