jueves, 31 de julio de 2025

Sin encajes

No encajo, lo sé, pero no intento encajar,

prefiero ser borde que punto final.

No vine a gustar ni a pedir lugar,

vine a ser fuego que no van a apagar.


Soy margen, soy grieta, soy duda vestida,

soy verbo que arde, soy sangre en deriva.

No sé callar cuando el alma me grita,

ni sonreír si el pecho me tira.


No encajo en modales de trajes vacíos,

ni en frases medidas, ni en gestos fingidos.

No encajo en sus prisas, sus metas, sus “debos”,

ni en vidas que siguen guiones ajenos.


Soy herida vendida, espina de rosa,

verdad sin aplausos, ternura furiosa.

No pido permiso, no visto disfraz,

me rompo de frente, sin miedo a sangrar.


No encajo, y bendito el desajuste,

mi forma no entra en lo que sí guste.

Prefiero ser rara, intensa, frontal,

antes que tragar lo que me hace mal.


Sigo siendo borde, pregunta sin calma,

lucidez incómoda, tormenta con alma.

Y si alguna vez me quieren cambiar…

recuerda: no encajo, porque vine a ensanchar.

miércoles, 23 de julio de 2025

HUMANIDAD, NATURA

Gracias por irte sin apagar la luz,

dejaste el fuego, el humo y la cruz.

Gracias por huir sin mirar atrás,

Florezco mejor en tu soledad.


Inventaste dioses y guerras,

mercados, banderas y sed.

Y en nombre del amor al dinero

me olvidaste, tal vez sin querer.


La vida suspira con menos motor,

pero el bosque sonríe sin tu dolor.

Pintaste el cielo con fábricas grises,

le arrancaste el alma al coral.

Te disfrazaste de ciencia y progreso,

pero solo sabías comprar.


Gracias por irte sin pedir perdón,

dejaste tu ruido en cada rincón.

Gracias por huir sin comprender,

que eras tú quien debía renacer.


Y si un día vuelves, que sea sin prisa,

sin oro en los dedos, sin falsa sonrisa.

Camina descalza, sin mapa, sin meta,

sin nombre en la boca ni marca en la chaqueta.

Llega pequeña, sin títulos, mansa,

sin más equipaje que una esperanza.

Tal vez entonces, sin rabia ni herida,

yo pueda llamarte de nuevo… mi hija.


viernes, 27 de junio de 2025

Por si tú tampoco encajas...

Encajar

Encajes de encaje.

Cuando la pobreza ya ni estorba, la avaricia amamanta ricos.

Cuando se rinde pleitesía al grito de la mediocridad, el barro se erige ídolo.

Cuando se consiente que gobierne la delincuencia, sus tentáculos te hacen cómplice.

Cuando la democracia te envenena, siendo tu mejor opción.

Cuando el esperpento se ha hecho ley, y el silencio es la única justicia.

Cuando la usura retuerce corazones hasta convertirlos en sarmientos.

Cuando el odio se disfraza de justicia, y la envidia de supervivencia.


Y las voces…
Las voces que aún sabían cantar sobre la ruina,
Esas que cruzaban el barro sin ensuciarse,
Esas que acariciaban la verdad sin disfrazarla,
Esas voces…
Se apagan.

Y no hay miseria más grande que estar a oscuras y pensarte de día.


Porque la grandeza de una sociedad se mide en su capacidad para evitar la injusticia.

Porque el sufrimiento profundo no es normal por mucho que se haya hecho habitual.

Porque nadie vomita ante la opulencia opresora.

Porque no percibes tu propia miseria mientras ansías esa opulencia.

Porque ya parece que de humanidad solo nos quedan los ancestros.

Pregúntate si este nuevo paso evolutivo merece la pena. O si estamos dando vueltas antes de que nos trague el mismo abismo.


lunes, 16 de junio de 2025

Orfandad de Pepe Mujica.

 

A Pepe, Mujica.

El mundo huérfano, Pepe. Tenías que irte, lo sé, pero por qué lo hiciste ahora que te necesitamos más. Nos dejaste con la caterva de iletrados, insensibles, impresentables, infames, inútiles, innombrables al fin y al cabo, que ahora destrozan el mundo. No es tu culpa. También lo sé.

20 de mayo, Día de las abejas. Día de la Humanidad.

Te fuiste como el último dragón, único en tu especie, sobrehumano absolutamente. Con tus claroscuros, por supuesto. Pero honesto, noble, auténtico, cálido, coherente, sensible, con ese sentido del humor tan especial, con esa mirada dulce que se volvía universo oscuro y profundo, insondable, al recordar lo roto que llegaste a estar. 

No eras un abuelo, no. Eras un ser sabio, con esa sabiduría ancestral del que camina por el mundo con el peso de dos o tres eternidades condensadas en una sola vida. Porque ser maestro es la más honorable de las distinciones y tú lo fuiste, sin duda. Lecciones como las tuyas, sin ni siquiera proponértelo, la humanidad no tiene la esperanza de volver a verlas en mucho tiempo, me temo.

No hay mayor mediocridad que no percibir la grandeza cuando la tienes delante y conseguías que nadie fuera mediocre, porque nunca dejaste a nadie indiferente con tu presencia. Y ahora tu ausencia. Igual de grande. 

Porque, a pesar de sus aciertos, ausencias como la tuya hacen mediocre el Nobel.