No encajo, lo sé, pero no intento encajar,
prefiero ser borde que punto final.
No vine a gustar ni a pedir lugar,
vine a ser fuego que no van a apagar.
Soy margen, soy grieta, soy duda vestida,
soy verbo que arde, soy sangre en deriva.
No sé callar cuando el alma me grita,
ni sonreír si el pecho me tira.
No encajo en modales de trajes vacíos,
ni en frases medidas, ni en gestos fingidos.
No encajo en sus prisas, sus metas, sus “debos”,
ni en vidas que siguen guiones ajenos.
Soy herida vendida, espina de rosa,
verdad sin aplausos, ternura furiosa.
No pido permiso, no visto disfraz,
me rompo de frente, sin miedo a sangrar.
No encajo, y bendito el desajuste,
mi forma no entra en lo que sí guste.
Prefiero ser rara, intensa, frontal,
antes que tragar lo que me hace mal.
Sigo siendo borde, pregunta sin calma,
lucidez incómoda, tormenta con alma.
Y si alguna vez me quieren cambiar…
recuerda: no encajo, porque vine a ensanchar.